Alamo, Texas— El su última visita al muro fronterizo en el Sur de Texas, el presidente Donald Trump se jactó el martes de que su proyecto insignia ha salvado un sinnúmero de vidas y ahorrado miles de millones de dólares en impuestos.
Advirtió también que el presidente electo Joe Biden debilitará la seguridad de Estados Unidos si revierte las duras políticas de inmigración que su administración implementó los últimos cuatro años.
Además insistió en que no tiene culpa en de la violencia que ocurrió la semana pasada en el Capitolio, y desestimó las exigencias de los demócratas de hacerlo responsable y expulsarlo de la presidencia en los pocos días que le quedan de mandato.
“Nosotros creemos en el estado de derecho, no en la violencia ni en los disturbios”, dijo.
“El ímpetu del juicio político es la continuación de la más grande y fugaz caza de brujas en la historia de nuestro país”.
La visita de Trump a esta región del Valle del Río Grande, dio a Trump una última oportunidad de celebrar lo que dijo es progreso al erigir un muro en la frontera, tal como lo había prometido, pero también para que sus oponentes celebraran que su derrota pondrá fin a la construcción.
Aproximadamente 452 millas de barrera han sido construidas durante el gobierno de Trump, muy lejos del “muro grande y bello” que había prometido, aunque mucho más de lo que la mayoría de los residentes de la frontera y los demócratas querían.
En el Sur de Texas, Trump puso su firma en una placa en la valla y dijo a un pequeño público de agentes de la Patrulla Fronteriza que “heredamos una frontera abierta, rota y disfuncional. Todos la cruzaban a voluntad”.
El presidente insistió en que el muro hizo posible un ahorro de “cientos de miles de millones de dólares al año” para los contribuyentes al impedir el paso de drogas e inmigrantes que, dijo, desplazan a los trabajadores estadounidenses, abusan del sistema de asistencia social y se aprovechan los presupuestos de escuelas y hospitales, argumentos que recitó frecuentemente pero que han sido desestimados por economistas.
Y advirtió que “contrabandistas y coyotes se están preparado para inundar la frontera” si Biden relaja las restricciones que él impuso.
“Más fuerte no lo van a ver”, dijo.
Como cualquier muro, el de Trump tiene dos lados.
Para él y otros, los barrotes de acero de 30 pies de alto son un símbolo de éxito y un disuasivo tangible para inmigrantes y contrabandistas.
Para sus críticos, es una cicatriz en el paisaje, una afrenta a los inmigrantes respetuosos de la ley y a un vital socio comercial, México; y más que nada, un método anticuado que da una falsa sensación de seguridad, puesto que la mayor parte del contrabando ocurre por los puertos de entrada.
México no ha pagado un solo dólar para construir estos segmentos del muro, y Trump eventualmente abandonó cualquier idea de que el vecino del sur lo haría.
Aún así Trump continuó con sus declaraciones triunfalistas.
“Hemos terminado el muro”, dijo Trump al salir de la Casa Blanca antes de su viaje a Texas, suavizando el hecho de que unas 314 millas de valla adicionales planeadas por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) no podrán ser construidas antes de que deje el cargo en 20 de enero.
Trump levantó el puño cerrado al descender del Air Force One poco antes de la 1 p.m. en Harlingen, donde el helicóptero Marine One lo esperaba para un recorrido aéreo.
Después de aterrizar en McAllen media hora después, Trump se desplazó en una caravana hasta una sección del muro cerca de Alamo que autoridades federales consideraron la milla 450.
Las cadenas de noticias por cable ignoraron su discurso para dar espacio a un informe del FBI sobre los disturbios de la semana pasada, un agravio más a un presidente que acaba de perder también su megáfono en Twitter.
Horas después, la Cámara de Representantes se aprestaba a dar al vicepresidente Mike Pence un ultimátum: invocar la 25ta Enmienda y despojar a Trump de su poder, o el presidente será sometido a juicio político el miércoles por incitar a la turba que asaltó el recinto del Congreso.
De cualquier forma, Trump y Pence dejan sus cargos en ocho días.
“Ese hombre tiene que irse”, dijo el presidente del Partido Demócrata de Texas Gilberto Hinojosa, quien denunció “su estúpido muro que nadie quería, que no pudo construir y por el que México no pagó”.
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